jueves, 12 de febrero de 2009

El nacimiento del Escritor

Las palabras, que vienen a mi vida; la vida, que se escapa a las palabras; y en el meollo de todo ello, la aspiración de unir los dos elementos: para que las palabras sean reflejos de vida y para que los sentimientos no pierdan su vida al encerrarse en palabras. Para que vivan en las palabras.

Me miro en el reflejo de lo que escribo y así, tan sencillo, a veces ocurre que consigo entenderme, que consigo encontrarme. Pero para encontrarse a uno mismo se hace necesario perderse primero, o saberse perdido. Es entonces cuando echo a caminar desde la incertidumbre de lo que soy: sentimientos que gritan a la razón que calla porque no sabe, porque no entiende, que no puede entenderse sola desde si misma, solitaria en su soledad.

Con destino a la orilla, perdido en la marea de la existencia que arrastra olas de sentimientos y mueve corrientes de emociones, mi cuerpo se debate en una tormenta que late, envuelta en tinta, contra el pecho para imprimir, a cada latido vital, una palabra de vida.

Una palabra que es como un espejo que miro y que me mira a mí, pero que refleja a otro, que también me mira, porque soy yo. Una tercera perspectiva que necesito para completarme desde la mía propia, para definir mi indefinición, incompleta sin experiencia vital, incompleta sin manifestación artística de vida.


Porque de la vida nace todo, y hoy he descubierto que yo nací como escritor durante este año sabático que me tomé de vida. Nací en mi expresión artística, que es la escritura, pero no por la calidad de lo que escribo sino por la necesidad de escribir que crece en mí y que me acecha, cada vez más, a cada instante, cuando leo en las páginas de los libros, cuando leo en las personas, en las experiencias, en los viajes, en las situaciones, cuando leo vida en la vida.

Y digo que nací porque en un principio primero me sentaba, abría una página en blanco, posaba las manos sobre el teclado y volaba las ideas sobre la cabeza para descubrir, no sin frustración, que una vez atrapada la inspiración se abría un abismo entre lo que quería decir y lo que finalmente conseguía decir, como una herida fresca abierta en la tierra.

Esta herida no ha conseguido cicatrizar en el nuevo orden de cosas, ahora que primero siento y luego me siento para lanzarme a la escritura. Y me causa impotencia, también en este momento, mientras escribo esta Necesidad de Escribir a un ritmo de palabra impresa por minuto pasado, y de palabra borrada por impotencia sentida sobre sentimiento que se niega a ser sentido en palabra. Llevo casi dos horas para decir esta cosa tan sencilla que es mi bautismo, y no me avergüenzo de decirlo porque no demuestro, no compito, no quiero ser bueno, solo quiero expresarme y reconciliarme con mi expresión. Quiero entenderme, y eso lleva su tiempo. Lleva toda la vida.

Paulatinamente, con el tiempo y en un pulso constante, a fuerza de escribir, pretendo congeniar ambas orillas del abismo y cicatrizar la herida y conseguir, por fin, decir lo que quiero decir como lo quiero decir.

Además de escritor, quizá eso me permitiría convertirme en un escritor bueno. Pero esta es una meta personal que no se manifiesta en best-seller o en éxito profesional, en reconocimiento social. Para entenderlo, el esfuerzo que hay que hacer en el monopolio de la vida entendida y educada en términos de negocio, méritos y beneficio, es extraordinario.

Porque se hace necesario comprender que en este mundo occidental, persiguiendo metas y aspirando al infinito, son muchos los infelices que olvidaron su felicidad caminando hacia cosas grandes y a menudo inexistentes. En su afán por emular lo pretendido desde fuera, se abandonaron al ruido exterior e ignoraron lo que su esencia les afirmaba traída por un viento nacido desde dentro, de pulsiones que brotan suaves como susurros desde el alma pero que rebotan fuertes entre paredes de existencia antes de volver en vuelo de retorno hacia su destino: la conciencia.

....

(* Esto lo escribí el último día del año 2008, unas tres horas antes de año nuevo. Tuve que interrumpirlo porque llegaba la cena en familia y, desde entonces, ya en 2009, son numerosas las ocasiones en que he tratado de retomarlo y continuarlo, pero sin éxito alguno. De modo que para no traicionar una declaración que me surgió espontánea en un momento de inspiración... con un final forzado en el que no soy el mismo (porque no consigo ser el mismo que fui cuando lo escribí -y esto es una sorpresa que jamás me había pasado-)...prefiero dejarlo como está: inconcluso, pero original; de mi yo del 2008 que ya nunca seré mas que en mi recuerdo). Espera, bueno, que ya nunca seré tampoco..., porque solo a partir de lo que fuimos somos y solo sabiendo lo que somos sabemos a lo que tendemos. O eso creo, aunque lo que acabo de decir puede que se trate de filosofía barata. Pero para eso quiero publicarlo, para mirarme en el futuro desde el extremo al que apunta la tendencia trazada desde el origen que fui. Seguramente, si todo va bien -y si llego a ese futuro- pensaré que con 19 años escribía bastante mal y aspiraba a mucho con pocos concomimientos (como los tontos que todavía no entienden el valor de la Historia, en parte por ellos mismos y, sobre todo, por un sistema educativo que duele más que una patada en la entrepierna), pero, si soy un poco despierto -decía-, lo aquí escrito y guardado luego en impreso, con todas sus faltas y todos sus errores del mundo, me explicará y me dirá: mira, tu eras así; éstas eran tus inquietudes, a ésto aspirabas, éstos eran tus sueños......Aprovecho para contestar una pregunta que algunos me formulan: retrato de 10 no viene de "relatos de 10", ni mucho menos...sino que se trata del resultado de "retrato de YO", cuando el "YO" pasa a ser "IO" y la "I", para no ser tan evidente, la convierto en número, el UNO (del diez).
....Me acabo de dar cuenta de que lo que acabo de contar no tiene ni el más mínimo interés para nadie (salvo para mí). Así que esta entrada la he escrito básicamente para satisfacer mis sentidos y saciar mi vanidad..., pero bueno, lo que decía -y terminando- que lo que aquí se ve, ya sea en forma de relato o cuento o "ensayo", no deja de ser más que un diario, un historial al que mirar volviendo la cabeza cuando los avatares de la existencia amenazan con engullirte en un devenir no deseado por el que te puedes ver arrastrado. Para reafirmarte y recordarte quién eres y qué quieres hacer en la vida. Lo cierto es que los diarios de niños suelen arrancar sonrisas cuando son leidos por esos mismos niños cuando se hacen -o creen hacerse- adultos. Yo nunca tuve uno, salvo "retratode10", "retrato de yo", "mi retrato"....así que ahora comprendo el valor de lo que digo. Recomiendo desde aquí, al que haya llegado hasta aquí, que escriba en uno ya sea en privado o, como yo, prostituyendo por internet historias que a pocos interesan con la inocente intención de que interese a todo el mundo. Al principio, al menos, fue así.....luego ya me dí cuenta que solo escribía para mí, y me quedé más satisfecho. Y termino ya que me estoy alargando mucho, y me canso de ser tan pesado. Y publico, sin revisar, para leerme mañana y ruborizarme por tanta tontería y tanta divagación, pero también para sonreir por las tonterías y divagaciones del ayer mañana, que será el eterno hoy.)