miércoles, 23 de mayo de 2012

El Fundamentalismo de (Libre) Mercado


Tal vez nunca haya existido un consenso mayor en la historia contemporánea que el de nuestros días. La crisis del 2008 supuso la oportunidad de refundar el sistema, de caminar hacia un capitalismo de rostro más humano poniendo límites al capital financiero mediante una regulación internacional. Lejos de ello, asistimos por primera vez al asalto explícito de las soberanías nacionales por los mercados financieros mundiales. Los medios de comunicación y los políticos hacen suyas las máximas doctrinarias de los grandes organismos internacionales. Solo hay un camino: austeridad, recortes, ajustes; en definitiva: el desmantelamiento del Estado del Bienestar. Décadas de conquista social se disuelven bajo el peso hegemónico de las tesis neoliberales, hábilmente camufladas bajo discursos llenos de tecnicismos pronunciados por autoridades expertas y muy versadas en asuntos económicos: los técnicos, los expertos, los tecnócratas.

El peligro de la ideología de Los Mercados (abanderada por grandes instituciones como el FMI, el BM, BCE, UE, etc) es que se presenta a sí misma como inocua, como ausente de ideología; un asunto que, como decía Sarkozy, “no es de izquierdas ni de derechas”. Tornada en dogma, se difunde en una sola voz por todos los medios de comunicación principales, y deviene hegemónica, incontestable. En esta tesitura, a la socialdemocracia europea solo le queda hacer ruido desde la Oposición o desdibujar sus fronteras ideológicas desde el Gobierno. Los ciudadanos asistimos pasivamente al relato mediático del fin de la ciudadanía; la soberanía nacional depende de la prima de riesgo y de la especulación depredadora de los mercados financieros. Solo los extremos del abanico político se atreven a levantarse y señalar a los culpables. El problema es que muchos señalan en la dirección equivocada: contra el inmigrante, contra el extranjero, contra la democracia. En medio de todo este espectáculo dantesco parece demasiado utópico o revolucionario pretender otras soluciones al suicidio de Europa. Contra los intereses del Capital y los mercados, no hay frontera ni democracia que pueda. Bajo el peso homogeneizante de los media y los políticos, no hay alternativa a esta impostura que no peque de idealista. 


Josu Ansoleaga

escrito en Lisboa
en marzo del 2012

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