martes, 19 de junio de 2007

Crítico Wittgenstein (2 bachiller)

Lo más interesante de este autor y de toda esta filosofía es la obviedad que ha estado oculta a mi entender todo este tiempo, trascurrido el cual empezaba ingenuamente a creerme un experto en filosofía sólo para darme de bruces con la realidad y ser consciente de mis lagunas, y a su vez, reconocer felizmente que la filosofía no se acaba en Nietzsche…pero ya se sabe que cuando uno cree saberlo todo no está haciendo más que apología de su ignorancia, regocijándose en ella, porque el saber se sustenta en la duda (y con Nietzsche me han surgido miles), que la estimula y proyecta; configura las ideas…lo demás es una negación de la duda y acato sumiso de creencias preestablecidas.

Pero evitando distracciones y un posible efecto somnífero en el lector voy al asunto que quiero tratar: la relación entre el mundo, el pensamiento y su manifestación, el lenguaje.
Hasta ahora había concedido mas bien poca importancia a las diferentes lenguas, las veía como meros vehículos para trasmitir los pensamientos, que es lo que importa porque –yo al menos así lo considero- somos primero porque existimos, y luego porque pensamos y le otorgamos el sentido a esa existencia y al concepto mismo de la vida-

No había calculado hasta que punto ese vehículo portador de pensamientos, ideas y creencias que es el lenguaje lo condiciona todo, al estar en retroalimentación con el ser humano y sus inquietudes, y su esencia. Comunica los pensamientos entre los individuos de la especie, y por lo mismo, es el vivo reflejo de la especie. De ahí la importancia, antes oculta para mí, de las filologías, y de todo lo que pueden aportar de las culturas, las formas de concebir el mundo, las formas de ser ser humano.

Esta reflexión abre nuevos campos en los que indagar con el pensamiento y mantienen viva la filosofía, que es al fin y al cabo la rueda que insufla vida y hace cobrar sentido a la existencia de una especie que sobrevive gracias al pensamiento además de los genes.
Porque filosofar es pensar, y ese es el denominador común de toda la especie. Especie que comunica el pensamiento por medio del lenguaje.

Con el pensamiento, con la conciencia de lo que ocurre los hechos que acaecen sucesivamente cobran valor. Hay alguien que les da sentido, que dice que son hechos, alguien que tiene conciencia de que ES además de existir. Las cosas existen en el universo, en sí mismas no son nada, sólo existen. De ahí que sin conciencia de su existencia simplemente no serían, ni siquiera existirían, o mejor dicho, daría igual su existencia. En un marco donde todo ocurre al azar, sin dioses, sin nada, todos son hechos que bien podrían no serlo. ¿Quién te asegura que están hay y que son?

El mismo término de objetivo no existe, está en nuestra cabeza. El universo no ES, el universo SOMOS a través de nuestra estrecha forma de ver el mundo; incluso añadiría que el universo existe porque nosotros, los seres humanos, sabemos que existe, es porque nosotros sabemos que es. En esta reducida forma de ver el mundo no cabe la objetividad. Porque no hay ninguna realidad más que la que nos invade por los sentidos, no somos capaces de ninguna verdad absoluta porque de entrada la destructiva especie de la que formamos parte ocupa un ínfimo lugar en un enorme escenario, en el que nadie te asegura que el rojo sea rojo, del que tenemos conciencia pero apenas vemos dada la penumbra de nuestra percepción y las diferentes luces con que cada uno, en la realidad de su cabeza, ilumina el escenario y toma uno de los infinitos conceptos de “realidad”, “libertad”, “amor”, y un largísimo etc.

No creo que los límites del lenguaje sean los límites del pensamiento. El ser humano es ética, es filosofía y metafísica porque no hay realidad o hechos significantes más que los que ocurren en nuestra cabeza porque han llegado a través de los sentidos. ¿Qué es lo natural? ¿Qué es lo sobrenatural? ¿Qué es lo normal, qué es lo aberrante? Nosotros reproducimos en nuestro conocimiento un universo que bien podría ser de otra forma. Nosotros somos el universo y también la ciencia. Porque la ciencia, como todo en nuestra realidad de especie, es producto de seres humanos, de individuos que se han dejado llevar por la subjetividad de su imaginación e inventiva aplicada a la investigación y han producido eso, como bien podrían haber pintado un cuadro o compuesto una canción.

Lo que cada uno de nosotros entiende en su fuero interno es, muchas veces, inexpresable por medio del lenguaje. Yo tengo un concepto del universo y, sin embargo, no lo he plasmado aquí con éxito, haciendo como he hecho referencia continua a ejemplos para que otro ser humano me comprenda y me contraste con su realidad. El vehículo difusor de ideas – el lenguaje- tiene sus limitaciones, pero a mi juicio estas limitaciones no son la jaula del pensamiento.

La ética está ahí porque todo cuanto existe a nuestro alrededor está humanizado – en el sentido de que el ser humano le ha dado un significado, un sentido- y al ser la ética una tendencia profunda en el espíritu humano no puede por menos que ser otra de sus verdades, porque la palabra universo no designa al universo, designa un concepto de universo independiente en cada cabeza que, sin embargo, se ve reducido en el momento de ser manifestado, conducido por medio del lenguaje para poder expresárselo a otro/a .

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