martes, 19 de junio de 2007

Nietzsche Crítico (2 bachiller)


La filosofía de Nietzsche es radical y sin embargo, no puede ser de otra forma, pues la época así lo requería. Una filosofía que desmonta no ya el pensamiento, sino la propia cultura no puede por menos que emplear un lenguaje violento contra el fraude de miles de años enmascarado por la moral.

Personalmente comparto toda la parte crítica de su filosofía, el lado que descubre la falta de libertad humana, sometida a morales y religiones interesadas que asfixian la vida, que convierten al ser humano en esclavo de las ideas, de la ética del bien y del mal. Y creo necesario también esa apuesta a favor de la vida y de todo lo que representa para lograr un ser humano que simplemente adquiera conciencia de su condición aceptando quien es, gustándose por lo que es, reconociendo su lado animal. Un lado animal que luche por la vida, por el sentido de la tierra a la que pertenece, sin religiones, sin estados, sin otros líderes que uno mismo.
Sin embargo a partir de aquí, cuando Nietzsche propone su superhombre con su voluntad de poder, comienzo a dudar.

Fiel a su estilo, con todas sus contradicciones y desafíos al lector, la filosofía de Nietzsche se queda algo ambigua en sus explicaciones, sujetas a posibles interpretaciones -y desde luego no me refiero a las interpretaciones nazis-
Quizá el que ha visto la verdad en su mensaje se pregunta como es posible buscarle un lado práctico a su filosofía en un ámbito que trascienda lo personal, pues dice bien en ser el primer psicólogo, una terapia genial para quién viva en la aberración torturando su naturaleza, pero ¿y en el plano de lo social?. Nietzsche parece haber olvidado por momentos que el ser humano es un ser social, que sobrevive como especie gracias al camarada contiguo, gracias al colectivo y a la vida en sociedad.
El estado espiritual del superhombre puede ser sencillamente perfecto pero los superhombres tienen necesariamente que vivir en sociedad, metidos en el mismo saco, y terminarían clavándose las púas…
Jamás renunciar al valor de la vida, al auténtico caos que es la vida, reflejo de toda la naturaleza, de todo cuanto nos rodea, pero la sociedad requiere de cierto orden, la libertad individual necesita de la armonía para no convertirse en la privación-de-la-libertad-de-otros (individualismo actual) y no sé hasta que punto relega Nietzsche la razón a un segundo plano. En lo que estamos de acuerdo es en esto: la razón es una derivación de la vida, este es el punto de partida para recorrer nuestra -y de nadie más- existencia.

Otro asunto que ha llamado la atención es aquel de “que no se tenga el valor de ir a más” una vez nos encontremos ante la disyuntiva de seguir la senda o trazar nuestro propio recorrido. Esto ya no me atrevo a afirmar, pero ¿se puede considerar un error, por muy fatal que sea, el hecho de que el ser humano haya vivido inmerso en el más fatal de los engaños TODA su existencia? ¿No se consideraría una característica innata a la especie, impresa en sus genes? En verdad me gustaría pensar que no pero aceptar nuestra condición sería aceptar esto también: puede que los líderes, los símbolos, las normas sean aceptadas gustosas por una especie que se debate entre sus genes y su conciencia. Nuestros hermanos en la tierra, los mamíferos en general se estructuran jerárquicamente, cuentan con líderes. ¿Hasta que punto venimos del “mono”, hasta que punto debe interesarnos distanciarnos de él?
La razón esta presente en nosotros, es potencialmente utilizable, y por lo mismo, es característica del ser humano, forma parte del ser humano. Pero repito: este no debe olvidar sus orígenes
Ha pasado un siglo y el ser humano sigue sin emanciparse y, lamentablemente quien se presentaba como un destino va a quedar relegado al olvido, a lo meramente anecdótico mientras el ser humano es conducido a un anestésico “mundo feliz”.

No hay comentarios: